Reconozco que no tengo tantos conocimientos de cine como de videojuegos,
admito que no soy un gran analista cinematográfico, y que no me desenvuelvo
especialmente bien en estas lides. Pero hay veces, momentos en la vida de una
persona que debe dar el paso y meterse en otros charcos, y si hace falta
mancharse de barro hasta las trancas.
Esto se debe al visionado que hice ayer de este producto de 2011 llamado
Transformers
3: El lado oscuro de la Luna (Dark of the Moon). Resulta que por
una serie de vicisitudes se dieron las circunstancias idóneas para ver esta
película: Me encontraba en casa de un amigo que posee una televisión Full HD
con cuarenta y largas pulgadas, una enorme videoteca, habíamos bebido algo de
vino, nos disponíamos a comer y el sofá era tan cómodo que me tenía totalmente
secuestrado. Además se juntó que mi amigo, cuyo amor por el cine no tiene
límites y por el que tengo un gran afecto, me invitó efusivamente a ver dicha
película en alta definición, ante lo cual, y más teniendo en cuenta lo
anteriormente comentado no pude negarme.